9.6.14

VIGILIA

Estaba dormido cuando se fue la luz. Mi sueño era demasiado leve pero a la vez pesado. Me levanté y salí de mi habitación porque escuché a la pequeña Elena en el corredor. Ella aún tiene esa edad en la que sus pasos son invisibles para mi único oído. Es el sonido de sus gemidos y de su risa lo que me sirve para saber cuando está cerca. Ella intentaba caminar. Afuera estaba aún más oscuro. Los rostros tenían una luz blanca en el contorno izquierdo, como una sombra de luz. El resto era literalmente negro. Me arrodillé y Elena caminó hacia mí. Me abrazó. Lo hizo tan fuerte que me sorprendió. Yo me levanté y nos quedamos unos minutos así mientras sentía la presión de sus pequeños brazos sobre mis hombros. Me desperté, había luz, escuché a Elena reír a carcajadas en la habitación contigua. Intenté volver a dormir. Pero entonces esa escena que siempre imagino, donde la otra Elena se arrodilla frente a mí, me volvió a paralizar.

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