14.6.10

Un niño camina entre la gente ofreciendo flores plásticas. Nadie le compra nada. Se apoya con los antebrazos en la barra y las piernas le quedan colgando. Habla con una de las chicas organizadoras. Lo sé por el gafete que lleva y por las invitaciones en forma de pulsera que aún tiene. El niño sigue dando vueltas intentando vender sus rosas. Después de abordar a una pareja se detiene a observar lo que lleva en las manos. Ve la carátula, saca el disco, le da vueltas como para observarlo desde todos los ángulos posibles. Lo vuelve a poner en la caja de cartón. El disco es el mismo del artista que intenta hacerse escuchar en el escenario. Tal vez la chica del gafete se lo haya obsequiado. Se oye un murmullo intenso, el artista explica que mientras él siga escuchándolo, hará cada vez mas cortitas las canciones. Solamente algunos aplauden. Sigue cantando, el murmullo cada vez es mayor. El niño sigue ofreciendo sus rosas con los mismos resultados. Esta noche parece que la gente ha llegado a la bodeguita porque la entrada es libre, solo hace falta una pulsera en la muñeca. Además hay música en vivo para amenizar la velada, los tragos, las carcajadas. El cantante y el niño parecen ser los únicos con las ideas claras de qué los trajo a este lugar. Deja de cantar con su guitarra acústica y suben los demás músicos. Tocan las siguientes canciones en ritmos mucho más bulliciosos. La gente finalmente lo escucha. Pierdo de vista al niño. Estoy seguro que si no me hubiese quedado con una pulsera guardada en la billetera, el niño me hubiese ofrecido o tal vez suplicado que le compara una rosa.

4 comentarios:

Betsy Ovando dijo...

Gracias por seguir deleitándonos con tus letras.

Fabrizio Rivera dijo...

Es que esa aparente ausencia total de sentimiento alguno entre una linea y otra que va dejando tu huella en la narrativa: sos apenas un testigo de la escena en donde jamas intenvendras, apenas y para grabarla en tu mente para luego contarla... pero eso mismo le provoca cierta melancolia.

Un Capo!

(Adeus Saramago, saudade eterna)

Engler dijo...

Hey Betsy! un abrazo!

Fabrizio, veo que ya no necesitaré ir al sicólogo! Gracias por el comentario!

Monsivais tambien se largó...

Abrazos!

Anónimo dijo...

Engler: disculpe, por equivocación metí un original y copiase recibo en su bolsa de compra; lo busqué y ya no pude encontrarlo. ¿cómo puedo contactar con usted? ¿pasará por la editorial antes del 21? Gracias, Vania.

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