16.12.16

NO SÉ QUE REGALARLE PARA NAVIDAD

La vi con la mirada un poco más taciturna que de costumbre. Como cosa rara le pregunté si se sentía bien. Esas cosas que casi nunca hago porque por sobre todas las cosas, soy muy malo para preguntar si todo está bien. Pero le pregunté. Me dijo que sí, que sólo estaba pensando en el regalo de su papá.

Me habló de su familia, de su mamá y su pareja; de su hermana gemela y de su hermano pequeño. me contó que tenía otros hermanos que no conocía y que tampoco quería conocer. Siguió hablando sin parar. Era una de esas situaciones en las que basta un golpe para que las palabras por fin se formulen, tomen volumen y viajen hasta algún oscuro y profundo laberinto donde de nuevo reposarán.

Me contó que su padre sanguíneo estaba muerto, que lo mataron cuando a ella le faltaba un mes para sumergirse en esta vorágine. Que fue uno de sus hermanos desconocidos el responsable y del que sólo conocía eso. Pero responsabilizó a la madre de este su hermano, quien entonces era un adolescente. Que esa señora se encargó de llenarle la cabeza con sus celos y quién sabe con qué resentimientos. O eso era lo que recién le contaron. Esa mujer era demasiado celosa. Ella es mala, me dijo como quien señala una obviedad. Esa señora es muy mala, volvió a sentenciar sin pestañear.

La mujer que la traería a este mundo, la que entonces era la pareja de su papá sanguíneo, se quedaría sola. Y ella nacería al mes siguiente de cuando uno de sus hermanos desconocidos mató a su papá. El resentimiento y la furia fluyó varias veces desde una filosa hoja plateada hasta el pecho y el torso de su papá, destrozándola también a ella, incluso antes de nacer. Ya desde antes de vivir ella ya conocía de que se trata la angustia de morir. Luego ella nacería. Luego su mamá se volvería a enamorar y reharía su vida. Esa frase con la que se intentan cerrar círculos, como si todo se pudiera superar al nada más hablar o pronunciar los verbos y los adjetivos correctos.

Luego me cuenta que esta navidad por primera vez le comprará un regalo al tipo de quien se enamoró su mamá y quien es el papá del más pequeño de sus hermanos. Ahora ella le dice papá también. Siempre fue un señor responsable, me cuenta. Nunca les hizo falta nada porque entre su mamá y su ahora papá se encargaron de eso. Y como dicen que no es padre el que engendra sino quien educa. Pero no, eso no es cierto. Nunca será cierto. Siempre será una frase de esas que se dicen para intentar cerrar círculos accidentados que a veces empiezan desde antes de nacer.

Quiere regalarle algo a su papá esta navidad porque quiere que tengan una relación más cercana. A pesar de lo responsable y educado que siempre fue con ella, también siempre faltó lo sustantivo. ¡Y de qué otra manera podría ser pues! Como una papa sin sal, lo describe. Pero sí, es un señor responsable. Es un buen señor, dice y baja la mirada. Quiero comprarle algo esta navidad, me dice. Pestañea un par de veces. Aún no sé qué regalarle, me vuelve a decir. En eso pienso, me contesta intentando convencerme de que en realidad es así.

Yo le sonrío, le hablo de algo intrascendente. Esas cosas que me salen mejor que preguntar si todo está bien. Me despido. Y escribo esto. Y sé con absoluta certeza que no era en el señor responsable en quien pensaba… O no principalmente en él... No, no piensa en él.

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