10.9.10

POLVO

Él hacía caletas en medio de los tanques de gasolina. Habían talleres que se especializaban en esa clase de trabajos. Pero esas cosas no eran caletas de todos los días así que no siempre tenía trabajo con las condiciones que tales artilugios le proporcionaban. Una vez que el viejo necesitaba a alguien de confianza me mandó a buscarlo. Hay una colonia en Villa Nueva que se llama Marianita. Si no fuera porque en el fondo de un barranco es poco probable encontrar un jardín infantil por el nombre uno pensaría que podría ser algo parecido. Llegó un par de días después. Entonces estuve completamente seguro de saber dónde vivía. A medio día, después de almorzar jugábamos al fútbol en medio de furgones estacionados con cierta lógica azarosa. Había que eludirlos antes de intentarlo con él. Jugaba a la defensa. Me contaba que los domingos por la tarde solía ir al estadio de Petapa. Le iba al equipo de San Miguel. Por esos días ese campo aún tenia "grama natural" y se llamaba "Estadio Municipal". Tenía una "mujer" bastante joven. Bueno, tres. Eso le preocupaba. Decía que quería comprar un terreno para que vivieran tranquilamente su joven esposa, su hija y su pequeña nieta. Las tres mujeres que lo acompañaban en la vida. Una vez llegaron al predio. Me dio envidia. Le llevaban su almuerzo. Un día que las caletas empezaron a hacerse cada vez más raras nos contó que lo habían llegado a buscar a su casa para que trabajara en los silos de una finca al sur del país. Le iban a pagar casi como si fuera una caleta. Ese sábado se lo dijo al dueño del taller. Otro viejo poco noble y mucho menos confiable. Jamás se vieron a los ojos. Él trataba. Le explicó en palabras sencillas y le agradeció el haberle dado trabajo esos meses. Le extendió la mano, el otro viejo en cambio le entregó el pago de su semana. Nunca más volví a verlo. Ya no sé cómo es que la transportan en estos días pero a juzgar por las noticias no creo que quienes trabajen en esas cosas sean tipos nobles y confiables o si alguna vez dan las gracias por el trabajo recibido.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguna vez quise leer lo que escribías y alguna otra vez tuve un cuaderno tuyo en mis manos pero no me animé. Es demasiado difícil sentirse intruso. Así que ahora que te encuentro por estos lugares, me tomaré mi tiempo.

A veces por increible que parezca es más fácil hablar desde las letras que frente a frente. Y de eso vos y yo, creo, sabemos tanto.

para nosotros nada dijo...

salud

Angel Elías dijo...

mmmm se suman ahora seguidores a la gran gama de mujeres que en la universidad quisieron tener un hijo de Engler y presumir con sus amigas que tienen la descendencia de un escritor.... famoso? solo el tiempo lo dira...

Anónimo dijo...

Mi querido ¿anonimo? si, sabemos mucho de eso que decís... estos textos distan mucho de aquello de los cuadernos, así que tranquilo, aquí nadie es intruso... Ya me contarás...

Salud! Ratos de no leerte, ya pasaremos...

Pasa querido Angel, que aquellos dìas si es que me pelaba alguien era por ser el tipo "idiota" que ronroneaba con un libro en la mano... supongo que en todo caso en vez de decir "Engler" pensaste en vos... solo el tiempo lo dirá! Un abrazo vos! Nos vemos!

Buena onda por darse la vueltita por acá...

Saludos!

Engler

Angel Elías dijo...

tampoco era tan asi.... mi estimado, que si conoci musas que le pululaban, usted no ronroneaba con libros seducia o inducia no estoy seguro

Publicar un comentario