18.7.10

Amanece. Cinco de la mañana con un poco mas de treinta minutos. Me pongo mis tenis viejos y salgo a trotar. Con la misma ropa liviana con la que amanecí. Voy atravesando semáforos a la inversa. En el portal de un comercio duerme algo o alguien. Sus sábanas son la misma ropa sucia de todos los dias y su colchón una caja vacía y convertida a una sola dimensión. Los sueños no caben en una caja desfondada. Empiezo a correr un poco más rápido. Paso a la par de una chica con un vestido muy liviano. Tacones que hacen verla verdaderamente alta. Pienso en esos anuncios acerca de domar zapatos y de que entienden no se muy bien qué cosas. Derechos fashión. Se apoya junto a un poste. Un par de casas atrás de su sonrisa madrugadora e insinuadora un hotel con sus sucias luces neón aún encendidas. Me da por pensar que los dichos populares son en demasía sarcásticos. El cerrito está cerrado, lo abren a las seis de la mañana. ¿Por qué cerrarán los parques por las noches? En una de las esquinas del cerrito un amigo vende jugo de naranja. Se acaba de quedar "sin trabajo" Dicen que la crisis ya pasó. Me da por pensar que las noticias siempre complacen a alguien o talvez quieren hacernos creer eso. ¿Para qué? Llego al Hipódromo, el del norte. Un policía privado de esos que ahora viajan detrás de los choferes y con el dedo en el gatillo desayuna sentado en los restos de un árbol. Su comida parece que la ha traido de su casa. Otros ayudan a los "ayudantes" a lavar los buses. Básicamente, tirarles agua a guacalazos. Una nube de humo sale de la palangana de un picop. No, no es un incendio. La fumata no es blanca ni negra, es como casi todo en este país. Parece anunciar que pronto estará caliente el café y los pedazos de carne que seguramente llevarán ya un par de días en el mismo recipiente. De regreso al centro en una acera cercana a la catedral un niño se acurruca en los brazos de su mamá. Estoy seguro que es su mamá. Así hubiese querido alguna vez sentirme abrazado por la mía. La señora hace un movimiento con una de sus manos para acomodarse mientras con la otra sostiene un pequeño y sucio recipiente. Casi llego a mi casa. Camino. Pronto serán las siete. Un niño sale de la casa frente a la mía. El uniforme limpio y su pequeña mochila bien ajustada a la espalda. Aunque esto es un asunto de perspectivas. A él se le ve enorme. Sale su mamá. Pasa un avion y el ruido de ese monstruoso motor llama inmediatamente la atención del niño, "mamaaaa un avioooon, tan tempranoooo" La mamá le contesta que sí y le explica algo que ya no alcanzo a escuchar. Quiero quedarme con la imagen de este pequeño preguntando y sorprendiéndose de lo temprano que suceden las cosas en esta ciudad. Necesito un vaso de agua.

1 comentarios:

Fabrizio Rivera dijo...

Capo!

esa palabrita me viene a la boca, cuando termino de leer tus narrativas. Y como al fin y al cabo aun es gratis comentar en tu blog, pues entonces: Capo!

me gusto esa charada de leer: ayudan al ayudante y luego remate: agua a guacalazos. (ironía)

Un abrazo Engler! (capo)

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