29.12.09

Llevaba una servilleta en el sudadero desde las primeras horas de ese dia. Estuvo hablando a pausas y en tonos muy bajitos. Me contaba una historia que le hacía llorar. Se llevaba la servilleta a las mejillas y seguía hablando. Yo, en silencio, pensando en alguna palabra justa, si es que existe, para intentar animarla, por decirle algo. Parecía que el mundo acababa en cada lágrima. No quería saber más. Intenté contarle una historia de astronautas. Logré que sonriera levemente mientras hacía bolitas con el papel que luego aventaba por el suelo de la casa. Más tarde salimos. Hoy vuelvo a casa y me encuentro con papelitos enrrollados y tirados por todas partes. Voy a tener que recogerlas con el sacabasuras o alguien lo hará sin enterarse siquiera de qué se trata.

4 comentarios:

Angel Elías dijo...

En realidad uno nunca sabe por qué se llora... puede ser en realidad por cualquier cosa... por cualquier motivo... las bolitas de papel desde hace rato tienen lleno el piso de mi habitación. Todas las noches aparecen más, quien sabe por qué...

Johan Bush Walls dijo...

Le quedó chilero el texto maestro Engler. Bonita la imagen de las bolitas.

Salú pue.

bk dijo...

wuo. bellissimo engler. gracias.

Engler dijo...

Angel, deje usted de desperdiciar el papel o digale a quien sea!

El amigo pajero vino!

BK... ya te lo puse en el mensajito! Salud o buen provecho! Un abrazo broder!

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