19.10.09

Es domingo, tarde, casi noche. Las calles de esta ciudad se pierden en la nada, apenas unos carros conduciendo como si fuese una canción lenta, casi una balada pero sin serlo del todo. Es imposible que un conductor de un automotor sea por lo menos cursi. Ya se sabe como son.
El lugar vacío, las luces neón que alumbran el centro del local parecen tristes, siempre lo están. Generalmente siempre hay algún cuerpo contoneándose y eso desvía las miradas. Por eso la tristeza y la soledad se disipan momentáneamente. Esta casi noche en cambio nadie baila. Será porque hay pocos clientes, mas meseros que clientes y mas chicas que meseros. Una ecuación que seguramente no cuadra en las cuentas de los administradores. Supongo que siempre tienen un as bajo la manga o algo para lavar.
La chica recién se ha despertado me cuenta, en sus ojos hay una tristeza que intenta convertir en alegría, agradece a "dios" por sobre todas las cosas. Otro año de vida, en palabras de ella. Pero rápidamente toda cortina se desvanece y entonces surgen de sus pequeños ojos algunas lágrimas que intenta contener. Nunca habia trabajado para un cumpleaños, dice y tiene que tragarse las ganas de romper en llanto. Pide permiso para ir al baño. Tarda bastante en volver. Sorbo el último trago de soda. Dejo la pajilla mordisqueada y me voy. Afuera la ciudad también entristece.

3 comentarios:

Prado dijo...

Suena como los sitios donde voy. Genial. Hay talento.

Angel Elías dijo...

Los cumpleaños siempre trabajo, es un trabajo anual cumplir años...

Engler dijo...

gracias prado, me halagás! Elias Angel, entonces ya no cumplamos años...

Gracias por sus amables visitas!

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