26.10.09

Amanece de nuevo, en el gris horizonte se adivina el sol de mediodía. Se cubre la tierra de segundos vacíos y palabras amontonándose sobre sobres declarativos y papeles verdes en los postes. El ruido de las camionetas, malos olores invaden mis fosas nasales. A caminar por la ciudad, sentarme en la recepción de alguna oficina con frío estándar, institucional. Un frío sin definirse del todo. Como el de los bancos y su seriedad de aburrimiento. Veo la secretaria contestar sin mayor afán el teléfono mientras espero ser atendido.

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