12.1.09

Y TODO SEGUIRA NORMAL...

¿En que punto del camino el camino se ensancha? Pasé varios días pensando en lo correcto o incorrecto, conveniente o inconveniente, en la utilidad o inutilidad de escribir. "El tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos" dice aquella canción. Hoy en medio de ese humo que se espesa y a medida que me adentro en mis recuerdos mas claros e inéditos me vuelvo a preguntar ¿tendrá alguna utilidad decirte lo mucho que te extraño?. Tal vez sólo frunzas el ceño, cierres un poco el ojo derecho y para tus adentros "manooo". Y todo seguirá igual, es decir, yo extrañándote y tú corriendo tras la tarde de un oscurecer naranja y una noche melódica y citadina. Pero no es de eso que trata esto, mas bien es un intento por recobrar viejas costumbres, manías o como quiera llamársele a esa necedad de escribir. Mi vida ha ido diluyéndose en un afán de perseguir algo que no me pertenece, un trabajo decente o alguien que me ame como en las películas italianas. He ido dejando o mejor dicho acumulando tanta cobardía y anonimato detrás de alguna red social. Ahora suena en mis oídos un programa de trova transmitido en una radio local, me acabo de bañar, he pasado todo el fin de semana en casa, apenas he salido para comprar el pan. Eso de hacer ejercicios en un gimnasio ha lastimado mis hombros. Supongo que se debe a que ya casi acumulo treinta años y ya no soy aquel muchacho que corría por horas y como loco detrás de una pelota. Y pienso en vos, como casi siempre, como cuando veo a una pareja caminar felices de la mano y ella se le acurruca a él en el pecho o como cada tres semanas el atardecer y la luna se conjuran para regalarle al mundo un momento mágico que la mayoría ignora. Y supongo que otra vez fruncirás el ceño, cerrarás un poco el ojo derecho y dirás "manooo" Sí, ya lo sé. Y todo seguirá normal, es decir, yo pensando en vos y vos tras una mariposa aleteando al compás de la melodiosa rutina de los días. Yo soy enemigo de casi todo y por eso mi exilio, exilio del color de tus ojos y de tus cabellos frondosos del que trato de volver todos los días. Intento sonreirle a un crisantemo amarillo que crece en mitad de mi camino. Decirte tambien que te necesito ya sería pasarme la raya. Entonces acá estoy, tecleando, para intentar de alguna manera comunicarme y lograr que pienses por un breve segundo en este loco hipocondriaco de recuerdos. Pero no me temas, no diré que te extraño, ni te contaré lo mucho que te pienso o lo que pienso que te necesito. No sería correcto además. Tal vez solo sirva para abonarle a una distancia que fue creciendo en medio del tiempo y en el lugar en el que el camino se ensancha. Y todo seguirá normal.

3 comentarios:

Masy dijo...

Cuando el camino se ensancha no lo notamos, porque nos perdemos en sus juegos, regocijándonos a cada instante, ante tal comodidad se nos olvida agradecer este trecho dorado… Y cuando se vuelve angosto saltamos ante su llegada y nos encontramos en una vereda gris, profundamente eterna!

Atardecer en la campiña dijo...

Seguro, Masy, que no tan gris. Y seguro que tampoco tan eterna.

Engler dijo...

Si, Masy sabe que no es gris eternamente, pero entiendo el punto, es que a veces parece eterno. Y al pasar del tiempo eterno y de nuevo encontrarnos en otro trecho dorado, si, dan ganas de agradecer aunque a veces ya no se pueda. Aprender, creo que le llaman.

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