13.9.08

ALUCINACIONES

Escucho, silencio, ruidos subiendo de tonos y decibeles. A menudo los pasos de un peatón distraído se me revelan cuando me observo y en sus lentas e imprecisas huellas quisiera no reconocerme. Vagabundo de un círculo vicioso, ciudadano caminante de aceras desoladas. Caen luminosas gotas de lluvia, vuelan alrededor del fuego nocturno, melancólico cristal derretido. El tiempo como aspas de un molino en perpetuo movimiento sumerge en mi cuerpo sombras pasajeras venidas del olvido. Soy el escaso margen que la tristeza consume, la noche es casa sin techo, me cobija; la noche deja caer sobre mi lecho alas sin cuerpos revolotean entonces mis temores mientras vuelo alrededor de mis falsas fantasías. Mis sueños son como fantasmas suicidas lanzándose contra esta recurrente pesadilla. Huellas de luz mojada atraviesan mi sien, cristal opaco, esferas de lúdicos colores flotan en mi memoria mar de soledades tristemente compartidas. A menudo intento escapar de este mal sueño esconderme de las sombras de sus rótulos de neón de sus calles pavimentadas con su color de luto malgastado, de sus pobres y horripilantes menesteres. Sorteando amaneceres mis mecánicos movimientos vuelven a estar estresados, causas para querer seguir atrincherado, pero no, hay que salir a buscar la vida que se escapa tras un miserable sueldo y salgo con mi trinchera a cuestas con mis manos corroídas con mi corazón en luto con este grito en las venas que a nadie importa.

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