ULTIMATUM

Irreverencias, una a una las doce de las diez y las cinco en punto. Hora de levantarse mojar los pies y dejar las manos colgadas en el recibidor. Todo después se diluirá en granos de arena cristalizada, la ciudad se opaca, los sueños se parten en dos, se bifurcan en este dominio de indecentes compromisos, irreverente catarsis. Todos corremos ante las trampas de la memoria. Sueños de espadarapo y alcohol, actos mingitorios de una realidad caduca. Camino y escucho, escucho y no volteo, alguien clama desesperadamente, pide ayuda, sigue la calle y yo sigo de largo, parece alargarse mientras intento ahogarme en el olvido de las malas costumbres. Se acerca, parece haberme encontrado, logro distinguir en su rostro sumergido en la distancia de unos cuantos pasos acercándose la satisfacción de una tarea terminada o casi terminada. Se lleva la mano lentamente adentro de la chaqueta verde olivo con una leyenda que dice abercrombie o algo por el estilo, mientras en la otra lleva algo como si fuese un cigarrillo pero mas delgado y alargado, envuelto en lo que probablemente sea el titular de mañana de uno de esos diarios inocuamente sangrientos. Seguramente no lo adquirió en la venta de la esquina o talvez si y por eso el objeto metálicamente brillante frente a la puerta... todo transcurre tan rápido que no entiendo como puedo pensar ahora en todos los pormenores olvidados en el andén de mis días. Los sonidos han cesado justo después de un sonido seco... o dos o tres... no sé, solo estoy seguro del primero. En la calle queda el eco de una noche que se aproxima por la esquina, me siento como navegando en un río de colores fosforescentes, el reflejo de las luces que se acercan me devuelven la agonía de verme morir con los ojos abiertos.