18.11.10

POSTAL

Ayer anochecieron en la Plaza Barrios varios andamios amarillos. Tenían dos tablas atravesadas y sobre ellas, costales rellenos de arena. Para que no se los lleve ni el viento. Supongo.

En una estación de buses de parrilla, hubo una escaramuza. Alguien pidió gasolina. Tres patrullas observan, es decir junto a los policías. Uno de ellos tiene un par de esposas en la mano y otro su pistola nueve milímetros. Los demás ni siquiera se bajaron de los autos. Vi correr a una niña adolescente que caminaba de la mano con un viejo. Quería llegar pronto a ver lo que pasaba. Otra adolescente desde la puerta de un hotel, eso dice el rótulo, le pide que se apure y que regrese a contarle. Yo me quedo en una tienda. Pido un par de dulces de menta y una botella de agua pura. La policía ya está aquí así que tal vez deba llamar a los bomberos o de una, a los periodistas para que vuelvan esta calle apestosa a mierda, la locación ideal para una transmisión en vivo. Pero la escaramuza duró justo el tiempo en que el tendero tardó en atenderme y darme el cambio. Solo golpearon al tipo y ni siquiera lo hicieron bien. El tipo desaparece por la esquina con las manos dentro de su chumpa deportiva. Lo acompañan los policías. Me guardo las monedas, destapo los dulces y la botella. Van quedando rostros con expresiones descafeinadas.

En la calle vecina una cuadrilla de adolescentes descarga un contenedor. Caja tras caja, caja sobre caja. Entran a una bodega y cada vez que salen evidentemente se les ve más cansados. Más viejos. La mercadería navideña está segura y completa. Los cuida un guardia de seguridad con una escopeta casi de su tamaño y lo cuenta una señora con ropas de oficina que hace anotaciones en unos documentos. El guardia y la señora lucen nerviosos. Además del miedo en los ojos del guardia y el tedio en los gestos de la señora. En frente del local a la vecindad de la bodega, la chica del puesto de comida también se pone nerviosa. Uno de los comensales le ha pedido mas crema. Tal vez haya sido la forma en la que el chico le habló. Se sonríen.

Esta noche no hay viento. Un poco de frío, soportable. La ciudad es una postal de luna en cuarto creciente. La zona uno, de calles semivacías, de cuadrillas de adolescentes cargadores. De alcohólicos de tapas rojas durmiendo en las aceras.También taxistas, también solitarios. Regreso a casa. Me causan gracia los costales sobre los andamios.

4 comentarios:

Koan Resuelto dijo...

Vos Engler, yo pasé anoche por el Parque ese y me quedé con la duda de para que son todos los andamios.. vos sabrás?

Mano, vos vivís en la zona 1?

Saludos...

Engler dijo...

No, no lo sé. Especulo, tal vez sean para ventas navideñas. Me da esa sensación. Y sí, vivo por estas calles. La zona uno.

Saludos manín!

Afrodita dijo...

Das muchas viveza, sin extenderte en largas descripciones minuciosas, a los ambientes y los gestos y los sentimientos que se intuyen (porque tú sabes trasmitirlos) en las personas objeto del relato.
Luego, dices, "Me causan gracia los costales sobre los andamios".
Eso desintoxica, redime con una sonrisa de la desolación.
Sí, me gusta.

Engler dijo...

Afrodita, tienes toda la razón. Las sonrisas redimen y la que me ha provocado el comentario es una que también agradece. Qué bueno que te guste. Gracias.

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