29.10.10

¿A QUÉ SABRÁ?

Noche de jueves. Hace frío. Mis ordinarios pasos vuelven sobre las mismas calles donde pocas veces pasa algo que valga la pena. Vi a esos chicos en la moto, los veo con frecuencia en la misma esquina donde una morena se para a esperar. No había llegado. Pasé a tomarme un café.

El restaurante tiene mesas pegadas a unas grandes ventanas que dan a la avenida. Me gusta sentarme y observar un espectáculo que me invento. Camina la gente. Tan distintos a los chicos que el último domingo con guantes y recipientes, con químicos y cepillos intentaban quitar de las aceras y el recién fundido cemento, frases reiterativas que quedan después de cualquier marcha en la ciudad. La ciudad es amarilla, es fría, es sucia, es solitaria. Es reiteradamente fea.

Dentro del restaurante habían algunas parejas. La que estaba frente a mí compartía un pichel de gaseosa y una pizza. En otras mesas, empleados comían en recipientes que seguramente llevaron de casa. El guardia también comía. Se paró por un momento para cumplir con su trabajo.

Las meseras atienden tratando de ser amables. De sus rostros emana un cansancio que seguramente les sube desde el suelo. Entra un mendigo, pasa por las mesas pidiendo comida. Lo saca el guardia. Se retira de la manera mas angustiosa posible pidiendo disculpas. Se va tal como entró. Sin comida y con una playera amarilla de tela muy rala. Le queda grande. Verlo me recuerda lo frío del ambiente. Me pongo mi sudadero. Pago el café. Me voy. Siguen los chicos en la esquina. Parecen estar dispuestos a esperar el tiempo que sea necesario.

Llego a mi casa. Prendo la computadora, me conecto. Como todas las noches. No hay nadie. Me sirvo un vaso de fresco de horchata. Ojalá se conecte alguien. Pienso en mi padre, en lo mucho que he estado recordándolo estos días. La horchata me lo recuerda, dice mi hermano que él preparaba horchata. Que esos días eran felices. Yo no recuerdo, ni a mi padre y menos días felices. Existen, sé que existen, pero es otro maldito jueves y estoy solo.

También tengo frío el corazón y la piel de mi alma se reseca como la planta en mi ventana. Necesito podarla. Tal vez yo necesite algo como eso, cortarme el pelo, rasurarme, buscarme una pareja y/o emborracharme. Dejarme de preguntar.

Esperar en una esquina. Comer acompañado en ese restaurante. Entrar, pedir comida, salir con hambre y frío. Atender amablemente a pesar de sentir que los pasos no caben mas en los zapatos. Hacer horchata para tus hijos y que ese sea su recuerdo inventado.

El chat aún sigue vacío. ¿Ya habrá llegado la morena?

9 comentarios:

Unknown dijo...

Hola corazón! Te mando un abrazo fuerte, :) Este me apretó el corazón.

Angel Elías dijo...

las imagenes que se nos vienen en esta soledad puede que correspondan a un estado.... bueno a un estado continuo. La morena ya llegó y su cabellera sigue igual, su razurada no la necesita y el chat aun vacio.
Pareja... por ahora es ese sueño que inventamos para no sentirnos tan solos

Anónimo dijo...

La soledad y el vacío, esos dos extraños y viejos conocidos.

Gracias por tan buen texto.

Fabrizio Rivera dijo...

"Las meseras atienden tratando de ser amables. De sus rostros emana un cansancio que seguramente les sube desde el suelo. "

De acuerdo con Guichita... este apreita el corazon.

Capo! que mas!

Koan Resuelto dijo...

"Tal vez yo necesite algo como eso, cortarme el pelo, rasurarme, buscarme una pareja y/o emborracharme. "

Vaya, creo que solo me faltó lo último dos semanas atrás... igual, la soledad es inherente a toda la especie humana, solo que algunos aún no se han dado cuenta o guardan -vanas- esperanzas...

como siempre, bueno el relato... Saludos

Engler dijo...

Sus amables visitas y palabras reconfortan un poco este espacio. Gracias...

Latido dijo...

¿Y qué es lo contrario de eso que estáis llamando soledad? Compartir complicidades y, a cambio, perder libertad.
Tú me comprende, yo te comprendo. Tu me amas, yo te amo. Tu cuentas conmigo, yo cuento contigo.
Y uno se pasa así la vida siendo "medio-otro" y un día se morirá habiendo sido, nada más, sombra y eco.

Engler dijo...

Sombras y ecos, lo que de todos modos quedará, entonces tal vez lo contrario solo sea calidez. En soledad ciertamente uno tiene más chances de ser libre, pero en compañía seguramente, casi únicamente, calidez. Ya queda en cada quien decidir porque al final de todo, de cualquier camino, sombras y ecos.

Latido, un gusto!

Saludos

Valentina dijo...

Hola, Engler.
Latido es uno de los muchos que han tenido la amabilidad de querer participar en mi página. Si tú también lo deseas te incluiré con mucho gusto tan pronto me lo hagas saber.
Al pie de la propia página puedes ver el procedimiento, que es muy sencillo. Enviando un correo a cuazules@gmail.com en el que figure (igual que ha hecho Latido) el enlace a alguna entrada tuya que te guste especialmente, o el enlace a cualquier comentario tuyo que hayas hecho en algún otro blog.
Un saludo.

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